¡La Libertad!

Este blog está creado para los libres pensamientos, sin prejuicios, sin qué dirán... Pretendo sacar las reflexiones más internas de cada uno, no necesita una literatura perfecta, sólo verdades sobre sentimientos y pensamientos que nos rondan la cabeza y no vemos el momento ni el lugar para expresarlos. Un pequeño homenaje para los que amamos la libertad y para todos los que han luchado para que nosotros la disfrutemos.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Perfeccionista por defecto



Lo intento todos los años. Que no se diga lo contrario, por mí que no quede.


A principios de diciembre, o mucho antes ya empiezas a comprar adornos, poner el árbol, y empiezas a respirar los días de fiesta que se acercan.


Deseas que adornen tu ciudad, esperando poder pasear por las calles del centro y comentar lo acertado o no de la iluminación de este año.


Quieres pasear como todos los años por los puestos del parque.


Lo que en tu imaginación empieza por acertar estas navidades con el regalo ideal para cada uno de tus seres queridos, termina siendo una carga y una responsabilidad, por lo que acabas comprando lo primero que ves justo el día que tienes que entregarlo. Habías imaginado un paquete perfectamente envuelto y se lo das en un papel arrugado y que has logrado quitarle a alquien que le había sobrado.


Tu familia y amigos que viven fuera vienen para estas fiestas. Ellos tienen muchos compromisos y aún así te hacen siempre más de un hueco para vivir estos días contigo. Pero tú no siempre estás disponible... y eres consciente de que han hecho malabares para dedicarte un rato.


Aún así hay días que no fallan... lo único malo es que son días programados, días que tienes que estar feliz, y si no lo estás, por lo menos aparentarlo. Cantar, reir, comentar anécdotas, y comer, volver a cantar y volver a comer.


Se mezclan los sentimientos de nostalgia y felicidad por estar todos reunidos como cuando eras pequeño. Y, dando gracias a Dios de que aún estén todos, piensas el momento fatal en que no sea así. Pero ya no eres pequeño. Y sientes que se han repartido todas las cartas sobre la mesa, te quedas mirando las tuyas y ves como avanza la partida, año tras año.


De pequeño aún no sabías ni las reglas de la partida cuando ya empezabas a jugar. Como si perder una carta no fuera a importar lo más mínimo. Pero importa, y mucho. Se pierde y se la lleva la banca, y tú no la vuelves a recuperar.


A todo esto, a la vez que comprabas los primeros adornos de navidad, ya habías previsto que coger unos días de vacaciones en estas fechas era lo ideal. ¡Estarían todos con quien compartir estos días!


Nunca recuerdas de un año para otro lo largo que te vienen estos días.


Estamos a día 29 de diciembre y ya quisiera que fuera 7 de enero. Bueno, por lo menos, una vez pasado el año nuevo pasa lo peor. Sí, ese día de año nuevo en el que a la gente nos da por poner en balanzas (como si de trozos de carne se tratara) todo lo conseguido y perdido en este último año. En mi balanza hay mucho más conseguido que perdido. Pero a una, que es perfeccionista por defecto, siempre le pesa mucho lo perdido.


No he perdido cosas materiales, he perdido sobre todo oportunidades, días de sol, paseos por la playa, ratos de risa, conciertos de verano, moragas en la playa, acampadas de otoño, tardes en tarifa... y los he cambiado por un sofá en un salón sombrío.


No es cuestión de dinero, es cuestión de ponerse ahora, y no día a día, a echar carne en la balanza.


Dicen que para año nuevo hay que hacer un propósito. Pues este es el mío: no esperemos a final de año para recriminarnos, pongamos esa balanza en la entradita de nuestro piso, y cada día que nos levantemos miremos las dos bandejas y decidamos donde poner la carne.

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