Y así, lo que pudo ser una espera aburrida y sin otro sentido que el llegar al destino acordado se convierte en un momento íntimo donde nuestros labios dejan de hablar y nuestra mente no para de imaginar.
Llegado al destino sumérgete en mi piel. Yo lo intentaré sin preguntar.
Ves la calma del mar, escuchas atentamente el ruido de las olas al romper... El fondo está lleno de colores nunca vistos esperando ser descubiertos. El mar se agita al anochecer. Es cuando cobra su vitalidad, su energía. Ahora te sientes vivo, más que nunca.
Pasado el oleaje, y cuando todo regresa a la calma, sólo queda el recuerdo y la tranquilidad de lo vivido.
Un suspiro se nos escapa que nos delata.
1 comentario:
Ilvi, ha sido lo mas bonito que he leido nunca.
Significa mucho y por muchas razones.
Gracias¡¡¡
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