¡La Libertad!

Este blog está creado para los libres pensamientos, sin prejuicios, sin qué dirán... Pretendo sacar las reflexiones más internas de cada uno, no necesita una literatura perfecta, sólo verdades sobre sentimientos y pensamientos que nos rondan la cabeza y no vemos el momento ni el lugar para expresarlos. Un pequeño homenaje para los que amamos la libertad y para todos los que han luchado para que nosotros la disfrutemos.

martes, 17 de agosto de 2010

¿Quién tengo a mi alrededor?


Con los párpados hinchados de dolor,

Con la impotencia mordiendo mi corazón,

Con la soledad como única compañía real.

Así me siento, así me hicisteis sentir.

Lloro de rabia,

Lloro porque me siento atada.

Es justo eso. ¿Os habéis puesto alguna vez en el pellejo de aquella persona maniatada a la que confundieron por un loco? Esa persona grita diciendo que se han equivocado, que él no está loco. Grita, llora, patalea... pero nadie le cree. Por más fuerte que grite nadie le oye. Sólo le golpean para hacerle caer. Así me siento yo.

Nadie, absolutamente nadie me tiende su mano. Nadie me pregunta cómo fue que llegué ahí. Nadie se apoyó en mi pasado para darme esa oportunidad. Sólo me apalean. Me apalean para que caiga.

Entonces pues, ¿es mejor ser mala persona todo el tiempo y luego simplemente mantener la postura cuando te quieren derribar? Al ejemplo, es mejor no gritar, no indignarse y dejar que te aten, y luego con suma frialdad explicar el error que han cometido. Seguro que esa sería la postura correcta, pero yo estoy viva, yo tengo precisamente dignidad, yo tengo libertad aunque me la quieran arrebatar. Yo sé que soy buena persona, y lo puedo decir bien alto. El que calla sin importarle la confusión... de ese precisamente no os fiéis, pues no tiene orgullo ni dignidad. Y una persona así es peor que un animal. Peor que un cacho de carne.

Yo me he defendido con la misma fuerza que defiendo a mis seres queridos. Seguro que por ti también he saltado alguna vez, también he gritado incluso desafiado a alguien por ti. En ese momento supongo que lo agradeciste. No esperaba si quiera que me lo dijeras. Lo hago por mis amigos, por mi familia. Pero también lo hago por mí cuando es a mí a quien se pretende quemar en la hoguera. Para eso tengo mis palabras, mis palabras que duelen porque se clavan a la verdad como dardos afilados, pero no mienten. No atacan, sólo defienden al que está siendo atacado. En este caso era yo.

No voy a pedir perdón por llorar. No voy a pedir perdón por tener sangre en mis venas. No voy a pedir perdón por defenderme mientras me atan. Sólo pretendo saber quién se queda a mi lado para explicarle a esos “enfermeros” que se han equivocado de persona. Y me aterra ver lo que vi. Me quedé sola.


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